Pido perdón por ser hombre, porque las mujeres pueden pensar que soy machista. Pido perdón por ser heterosexual, porque los homosexuales pueden pensar que soy homófobo. Pido perdón por ser blanco, porque los negros pueden pensar que soy racista. Pido perdón por ser español, porque los inmigrantes pueden pensar que soy xenófobo. Pido perdón por ser madrileño, porque los nacionalistas pueden pensar que soy centralista. Pido perdón por pertenecer a la clase media, porque los pobres pueden pensar que soy clasista. Pido perdón por ser indeciso políticamente, porque los de derechas pueden pensar que soy de izquierdas y los de izquierdas pueden pensar que soy de derechas.
Pido perdón y pido también el beneficio de la duda, argumentando en mi defensa: Que soy hombre y blanco, por una cuestión biológica. Que soy heterosexual por una cuestión de preferencias. Que soy español y madrileño, por una cuestión geográfica. Que pertenezco a la clase media, porque la vida ha sido generosa conmigo. Y que soy indeciso políticamente, porque ningún partido me ha convencido ideológicamente hablando.
Por todo ello, suplico al jurado popular que, dado que todas las pruebas en mi contra son meramente circunstanciales, me sea aplicado el término jurídico “in dubio pro reo”, se me declare inocente, sin ninguna pena, libre de toda sospecha, y se exhorte a mis vecinos a mirarme simplemente como a un ser humano, que a fin de cuentas es lo que somos todos.